alas de la noche


martes, 14 de mayo de 2013

ACTIVIDADES PARA FAVORECER EL LENGUAJE ESCRITO



La es­cri­tu­ra es una ac­ti­vi­dad com­ple­ja, que re­sul­ta al­ta­men­te ne­ce­sa­ria al igual que la lec­tu­ra para ac­ce­der a los sa­be­res or­ga­ni­za­dos que for­man parte de la cul­tu­ra.

Re­cien­tes in­ves­ti­ga­cio­nes mues­tran “el papel de la es­cri­tu­ra como he­rra­mien­ta po­de­ro­sa para darle sen­ti­do a la ex­pe­rien­cia y des­cu­brir los sen­ti­dos” (Vacca y Lunek, 1992). Estos au­to­res sos­tie­nen que se es­cri­be para apren­der “a pen­sar sobre el papel”. El pro­ble­ma está en que mu­chas es­cue­las en­se­ñan la es­cri­tu­ra como ha­bi­li­dad mo­to­ra y no como una ac­ti­vi­dad intelectual com­ple­ja, por lo que a los niños de­be­ría de en­se­ñár­se­les el len­gua­je es­cri­to, no la es­cri­tu­ra de le­tras.
El niño desde que entra a la es­cue­la ya tiene co­no­ci­mien­tos de la len­gua es­cri­ta de­bi­do al con­tac­to con los me­dios de co­mu­ni­ca­ción, pero hay di­fe­ren­cias igual­men­te.

Al­gu­nos niños manifiestan es­pon­tá­nea­men­te de­seos de es­cri­bir por­que pro­vie­nen de con­tex­tos en los que se va­lo­ra la len­gua es­cri­ta, se usa en sus múl­ti­ples fun­cio­nes. Los demás niños apren­de­rán a va­lo­rar­la en el jar­dín y en la es­cue­la por la in­ter­ven­ción del do­cen­te.

En esta tarea es fun­da­men­tal la ac­ti­tud del do­cen­te que debe tener in­for­ma­ción acer­ca de los di­fe­ren­tes mo­men­tos en el pro­ce­so de ad­qui­si­ción del sis­te­ma de es­cri­tu­ra, así como tam­bién saber cuán­do es con­ve­nien­te in­ten­tar pro­vo­car el con­flic­to cog­ni­ti­vo y cuán­do se debe acep­tar sus res­pues­tas sin per­tur­bar­lo.

Las in­ves­ti­ga­cio­nes que Beha­res y Erra­mous­pe hi­cie­ron sobre el desa­rro­llo de la es­cri­tu­ra del niño como su­je­to que apren­de, nos ayu­da­rán a in­ter­pre­tar las su­ce­si­vas apro­xi­ma­cio­nes que hace éste para apro­piar­se de la misma.

En la evo­lu­ción del pro­ce­so de es­cri­tu­ra nos en­con­tra­mos con una serie de eta­pas, que vale la pena co­no­cer para saber dónde se en­cuen­tra cada es­co­lar. En­ton­ces, de esta ma­ne­ra poder pla­ni­fi­car ba­sán­do­nos en su nivel ini­cial de co­no­ci­mien­tos, plan­tean­do ac­ti­vi­da­des que per­mi­tan confrontar aque­llo que sabe con el nuevo co­no­ci­mien­to.

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